Durante la última década, el Campeonato Nacional chileno ha sufrido críticas por su baja competitividad y la falta de espectáculo en cancha. A diferencia de lo vivido entre 2011 y 2016, cuando equipos como la U de Sampaoli y Colo-Colo de Tapia brillaban tanto en torneos locales como internacionales, hoy la situación parece más opaca.

Al comparar con ligas como la argentina, la brasileña o incluso la ecuatoriana, la chilena queda en desventaja en varios aspectos: inversión en infraestructura, calidad del espectáculo, nivel de jugadores extranjeros, y resultados en copas internacionales.

Sin embargo, hay luces de esperanza. Clubes como Palestino y Cobresal han apostado por una propuesta futbolística moderna, con entrenadores innovadores y jugadores jóvenes con hambre de gloria. Además, la implementación del VAR y mejoras en los derechos televisivos podrían profesionalizar aún más el campeonato.

Recuperar el nivel requiere una visión a largo plazo: mejorar la gestión dirigencial, apostar por técnicos capacitados, promover las divisiones inferiores y recuperar el entusiasmo del hincha. La liga chilena tiene historia, identidad y potencial. Solo necesita reencontrarse con su esencia.